Ahora
que acabamos de celebrar la Fiesta de los Abuelos de “Mis Amigos”, podríamos
fabricar este post, queridos papis, presentándolo únicamente desde el prisma
complaciente y -permitídnoslo- manido de ensalzamiento de la figura de los
abuelos, destacando aquí exclusivamente su valioso papel como acreedores de
honda experiencia y eficiente figura de colaboración en la educación de los
peques, como elemento común en la integración familiar y hasta en la
desintegración de desavenencias. Pero vamos a ir un poquito más allá.
Cada
vez es más frecuente ver abuelos llevando el carrito de sus nietos y abuelas
que esperan a mediodía la salida de los niños de los coles, sean coles de
peques o de más mayores. Se trata de abuelos jóvenes que, para bien o para mal,
viven una segunda paternidad, pues el nuevo rol de los abuelos es consecuencia de
los cambios en las estructuras familiares y de los difíciles horarios de
trabajo de sus hijos, los papis.
Sin
embargo, el papel de los abuelos también es difícil en la sociedad actual. Cuidar
y educar a los hijos es diferente de cuidar y educar a los nietos. Esta es la
primera reflexión que debemos hacernos en las relaciones que se deben plantear
con los abuelos en las familias. Porque en no pocas ocasiones, la reiteración
de la demanda de actuación de los abuelos ha supuesto una carga excesiva para
muchos de estos y es normal que su papel haya distado en ciertos momentos de
ser el más efectivo en determinados casos. Y sobre esos casos, no es
infrecuente que algunos especialistas hayan lanzado avisos como los siguientes:
“a los hijos se les educa, a los nietos
se les consiente”, o “en muchos casos
ellos mismos se creen con el derecho que les otorga el servicio que prestan
para establecer normas poniendo en cuestión la opinión de los padres”. Ponen
el acento crítico en la incidencia de los abuelos cuando se ejerce una labor “suplantadora”
sobre la de los padres, presentando los siguientes planteamientos:
- ¿Cuál es la tarea que se debe encomendar a los abuelos en la sociedad de hoy?
- ¿No será excesiva la responsabilidad que se deja en manos de los abuelos, teniendo en cuenta sus edades avanzadas en muchos casos?
- ¿Saben cuidar y educar a los niños de hoy con las exigencias que la actual sociedad demanda?
- ¿Se benefician los niños con el cuidado de los abuelos?
En
realidad, a nosotras nos parecen planteamientos que se alejan de la tradicional
figura de los abuelos en la educación de los niños, como si en el S.XXI se
necesitase que los abuelos certificaran su homologación en una sociedad de
cambio globalizado. No. Los abuelos han sido y serán siempre los abuelos (así
de sencillo) por mucho que su participación requiera de unificación de
criterios, toda vez que nuestra sociedad les reclama mayor participación con
los nietos debido a las circunstancias.
Así
es: como piezas fundamentales para el mantenimiento de la unidad familiar, los
abuelos son portadores de la historia, transmisores de cultura y en muchas ocasiones
ejercen –como al principio sugeríamos- una labor de mediación en los conflictos
entre papás y nietos. Históricamente, la figura del abuelo ha sido un referente
en la vida de las familias, ligada, sobre todo, a la infancia de los niños. Pero,
¿es esa figura determinante hoy en día? Efectivamente, los abuelos pueden y deben cuidar a
los nietos, pero eso sí: huyendo de la cesión gratuita y la superprotección. Por
ello deben saber querer, y ello significa que deben ser capaces de delimitar y establecer
las diferencias entre “el mínimo razonable” o manifestación de cariño que no
debe fallar, y “el mínimo nocivo” que es sinónimo de protección excesiva. Saber
querer es saber dar, pero también es saber exigir. El clima de amor, que es la
base de la estabilidad de la familia, se enriquece con la intervención de los
abuelos sabiendo equilibrar el cariño sano con la exigencia educativa.
Los
abuelos deben enseñar a los nietos guiados por el criterio de padres y madres, criterio
que siempre será de exigencia y comprensión, por lo que es de absoluta necesidad
evitar contradecir los planteamientos educativos de los papis. En todo momento debe haber una determinación
de papeles, horarios y tareas para los abuelos y otras que son competencia
exclusiva de los padres. De esta forma, esta claridad evitará roces y creará un
clima de confianza que favorecerá los intercambios educativos y las peticiones
de consejo o de ayuda dirigidas a los abuelos en caso de necesidad
extraordinaria.
Y
es que, queridos papis, no lo olvidemos: algunos abuelos -todavía jóvenes- han
visto perder su independencia al dedicarse al cuidado de los nietos más
pequeños para poder ofrecer a los padres no sólo la posibilidad de afrontar su
vida laboral, sino incluso la posibilidad de una diversión fuera de la vida familiar.
Por ello, cuando a los abuelos se les exige demasiado, estos también deben ser
conscientes de la necesidad de establecer límites. Y es que los abuelos no
están para suplantar la educación sino que su función es, fundamental y
sencillamente, dar cariño y ofrecer su valiosísimo ejemplo de serenidad y
equilibrio basado en la profunda experiencia. Por tanto y en respuesta a la pregunta que nos hacíamos unas líneas más arriba, nuestra conclusión es que sin duda alguna, la figura de los abuelitos es tan determinante como necesaria.
¡Hasta
el próximo post, queridos papis!
Fuente:
E. Serra, C. Rico. “Abuelos y nietos: abuelo favorito, abuelo útil” (2007).